En este video “La neurociencia de las emociones”, Marian Rojas-Estapé, psiquiatra y escritora, nos da una idea clara y detallada del mecanismo del estrés.
Imagínate, tú y yo estamos aquí y de repente empiezan aquí a sonar las alarmas y alguien grita ¡fuego! Automáticamente tu y yo nos levantamos y nos ponemos nerviosas, y empieza a latirnos el corazón. ¿Por qué? porque esa señal de alerta, de amenaza ha activado un lugar en nuestro cerebro, el hipotálamo que lanza una señal a las glándulas suprarrenales y se activan dos hormonas. La adrenalina, conocida por todos y el cortisol. Y automáticamente ¿qué sucede? Que mi cerebro busca mi mecanismo de supervivencia que son la lucha y la huida. Y empezamos con taquicardia, el corazón me late para llevar la sangre a los tejidos y poder luchar o correr. Que es lo que hace falta. Luego empieza la taquipnea, que es esa necesidad de meter mas oxígeno en el cuerpo para que mis músculos y mis células tenga más oxígeno y poder luchar. La glucosa se moviliza las grasas se empiezan a movilizar y en este momento yo ya no puedo razonar, porque estoy en un momento de alerta y la corteza pre frontal, que es la que se encarga de reflexionar, de pensar, de buscar soluciones a los problemas de repente, ya no me deja pensar tan bien. Es como que pierdo el hilo de lo que te estoy contando. El hipocampo que es la zona de los recuerdos y donde almacenamos los datos es hipersensible al cortisol, y por lo tanto nos falla la memoria. Y tenemos como lagunas en lo que queremos hablar. Ese pico de cortisol va a tardar varias horas en volver a su estado original.
¿Por qué es esto tan importante? Porque ese estado de cortisol que se eleva va a cambiar nuestro organismo. El cortisol es una hormona cíclica. Por las noches es baja y tiene que ser bajita para que yo pueda dormir. Y a lo largo de la noche sube hasta las ocho de la mañana, más o menos, que tiene su pico más alto y a las ocho de la mañana vuelve a bajar para hacer frente a los desafíos del día a día.
Pero ¿qué pasa si vivo preocupado por algo constantemente? Aquí entra una de las ideas más importantes que te voy a transmitir hoy. Y es que mi mente y mi cuerpo no distinguen una amenaza real de una imaginaria. Ante algo físico real que me sucede, la alarma, que me atraquen por la calle, que me llamen para decirme que mi hijo está enfermo, que me digan que mi padre está ingresado. Esa activación del cerebro por algo real se produce de forma muy similar si yo estoy sentado en mi trabajo, en mi casa y empiezo a pensar «y si mi hijo está en las drogas… y si no llegó a fin de mes… y si me atracan por la calle. El 90% de las cosas que nos preocupan nunca jamás suceden. De hecho es el 91.4% pero mi mente y mi cuerpo lo viven como si fuera real. Es decir, tanto lo que me sucede como lo que me preocupa tiene un impacto directo en mi mente. Y esto es clave. Porque si más del 90% de las cosas que no nos preocupan no suceden, eso lo que va a significar es que yo voy a inducir en mi organismo un estado de alerta mantenido. Lo que yo denomino de forma sencilla una intoxicación de cortisol y empiezo a inducir a mi organismo entre en lo que denominamos el sistema nervioso simpático, que es ese estado de alerta donde se segrega cortisol y esa intoxicación de cortisol va a generar cambios a tres niveles en mi organismo. A nivel físico se me cae el pelo. ¿Por qué se me cae el pelo? Porque cuando uno está un estado de alerta, en un estado de amenaza, es como si estuviéramos en las trincheras y entonces el organismo lo que busca es que los recursos se utilicen de la mejor manera posible. Entonces si tu estás en guerra, en una batalla y si te persiguen por la calle, pues el pelo no es un organismo primario para hacer frente a ese desafío. Y por lo tanto, de repente, empiezas a perder pelo. El cortisol inhibe correcta recuperación de los folículos pilosos o de los fibroblastos en la piel. Y por lo tanto aparecen las temidas arrugas las manchas, la piel cambia de color. Por otro lado empiezas a sentir la sensación de opresión en el pecho constante, falta de aire, te cuesta respirar, tienes problemas a nivel gastrointestinal, que ahora explicaré con más detalle. La musculatura la tienes tensa porque vives siempre a punto de salir corriendo a punto de luchar. Y entonces si de repente haces un movimiento un poco extraño, puede ser que tengas una contractura. O que te quedes en el sitio, o que notes que te duele todo el cuerpo, cuerpo pesado, cuerpo que te cuesta mover. Te notas como más rígido.
Esto a nivel físico, pero también el cortisol altera el funcionamiento de los estrógenos, de la progesterona, o de la testosterona. Cuando uno conoce como funciona esta hormona sabe que uno cuando vino intoxicado de cortisol en el cuerpo sucede muchos temas. Pero hay uno clave que te quiero explicar, y es que el estado de estrés mantenido lo que va a ser es modificar el sistema inmunológico. Y para mí aquí está la clave. En un momento de estrés puntual el cortisol actúa como inflamatorio, pero cuando el organismo vive constantemente en un estado de estrés crónico, lo que sucede es que se disocia el sistema inmunológico, la inflamación, el cortisol y el cuerpo. Y lo que sucede es que nos empezamos a inflamar. gastritis, gastroenteritis, amigdalitis, colon irritable, dermatitis, es decir, entra una inflamación latente, ligera y leve en el organismo que es muy peligrosa. Cuando entras en un estado de inflamación en el cuerpo puede desencadenarse muchísimos problemas físicos y psicológicos.
Y entro en el aparato intestinal, que yo creo que todo el mundo lo nota. Hoy en día sabemos que es el segundo cerebro ¿por qué? porque está rodeado de una potente red neuronal y tiene un impacto directo. Lo que pienso, lo que siento, tiene su impacto en el organismo. Quién no tiene un exámen, o una cita romántica, o una cita de trabajo y sabe que sus tripillas ese día le mandan una señal de que algo está pasando. Al lado de los intestinos están las arterias y las venas por donde lo que yo voy comiendo, lo bueno se va a ir por allí para nutrir a todo mi organismo. Y dentro del intestino están las vellocidades intestinales por donde se absorbe los nutrientes y la famosa microbiota. Clave. Hoy en día es uno de los grandes temas que estamos estudiando con más profundidad. Soy una gran apasionada de la microbiota. Es el conjunto de bacterias de microorganismos buenos y malos que ayudan a que ese equilibrio sea bueno para la absorción de nutrientes, para integrar las sustancias dentro del organismo hoy en día es clave. Pero sabemos que los estados de estrés mantenidos por ese famoso cortisol o por lo que comemos, va a modificar la microbiota. ¿Y cuál es el problema de esto? Que a través de esas heridas entran cosas, entre comillas, dentro de la sangre, que no deberían entrar. Es decir, el filtro, la permeabilidad intestinal está dañada y entran cosas en la sangre que no deberían entrar y que son tóxicas para el organismo. Y hoy en día sabemos que están en la causa de algunas enfermedades neurológicas o neurodegenerativas. Pero por otro lado estás fermentando, estás con la microbiota alterada y eso lo que genera es gas y tienes esas hinchazones abdominales y esos gases tan molestos.
Es decir, algunas veces cuando las personas me preguntan ¿cómo se si estoy inflamado? yo le digo: mírate las encías, porque si uno se lava los dientes y nota la sangre o mira si por ejemplo tienes la tripa hinchada, o como te sienta lo que comes. Y te vas a dar cuenta si tienes ese estado de inflamación.
A nivel psicológico lo primero que me sucede es que estoy irritable, saltas a la mínima, estás en un estado de alerta y estás mucho más vulnerable y mucho más susceptible. Lo segundo que te sucede es que no duerme bien. Llegas a la noche y como tienes ese estado de alerta elevado, lo que te sucede es que te metes en la cama y empiezas a darle vueltas en las cosas y empiezas a girar en la cama y no te duermes. A veces del agotamiento consigues caer rendido en la cama pero te levantas a las tres de las cuatro de la mañana una sensación de preocupación, con algo que te inquieta y no te deja dormir. Y en otras ocasiones duermes del tirón pero te levantas con sensación de agotamiento. Porque ese estado de alerta impide que llegues al sueño profundo. Y por lo tanto aunque haya dormido las horas que necesitas tu cuerpo no se sienten descansado del todo.
Y luego en muchas ocasiones te puedes poner triste. Y esta es otra idea importantísima que te quiero transmitir hoy: muchas de presiones provienen de estados de alerta permanentes. Y aquí lo voy puntualizar, cuando tú tienes un momento de muchísima tensión de muchísimo trabajo, donde has estado muy preocupado por algo, de un reto, de un desafío, tienes algo en mente. Fisiológicamente cuando eso termine tu organismo se va a haber afectado y tu mente va a estar un poco triste, un poco apática. Me acuerdo cuando mi marido aprobó sus oposiciones, su preparador me dijo: a mi lo que más me sorprende de los que se preparan a las oposiciones, es que aprueben o no aprueben, los meses siguientes están tristes, están como apagados. ¿Por qué es eso? Porque fisiológicamente cuando el cerebro ha estado luchando contra algo mucho tiempo, y eso termina, de repente está triste, está apagado, esta apático. Es decir, cuando uno conoce, cuando uno entiende todo esto, comprender es aliviar. Y cuando uno comprende lo que pasa en su mente uno se siente aliviado, porque si no, lo que sucede es que uno es esclavo de síntomas físicos, psicológicos, y va como perdido por la vida. Y poder llegar a unir la mente y el cuerpo y entender que somos lo que pensamos, en muchas ocasiones. Que pensamiento me lleva una emoción, que esa emoción tienes un pacto a nivel cuerpo, me va ayudar muchísimo para poder desarticular esa intoxicación de cortisol y esos momentos de estrés mantenidos.
Con el ritmo de vida tan acelerado que llevamos constantemente vivimos situaciones de estrés, de miedo, de frustración, y que como bien dices, no se canalizan, o se atajan correctamente, pueden derivar en depresiones, ansiedades… ¿Cómo podemos prevenir y gestionar de manera saludable estos estados?
Una de las cosas que más recomiendo a todo el mundo, a jóvenes, a estudiantes, a personas mayores, gente adulta, estés donde estés, trabajes donde trabajes, es que tengas unas nociones básicas de cómo funcionas tu, como ser individual y cómo funciona la mente humana y el organismo humano en general. Y que hagas como una unión ideas. Ahh esto es lo que me pasa a mí. Si tu eres de los que tienes problemas de espalda, tienes que saber que en tus momentos de estrés la espalda es la que te va a mandar señal de aviso. Si eres de los que tienes visión borrosa, o de los que tienden a tener cambios en la piel, o de los que te cambia el aparato intestinal, o de los que somatizas a nivel neurológico y te tiembla el párpado, o se duermen las manos, vas entender mucho mejor el funcionamiento de tu cuerpo y de tu organismo. Lo primero es conciencia de uno mismo, quién soy yo, como es mi forma de ser, ¿soy tímido, sensible, soy impulsivo, soy obsesivo, soy perfeccionista, le doy muchas vueltas a todo, soy desconfiado, soy dependiente de la opinión de los demás, soy inseguro? Y a nivel psicológico, quizá soy de los que tengo ansiedad, ataques de pánico, o me pongo triste. Y hacer como un pequeño diagnóstico de uno mismo.
Para mi esto es clave. Cuáles son los factores que me estresan, cuáles son los factores que me ponen en modo alerta, cuáles son los factores que me meten en el sistema nervioso simpático, en ese cortisol del que hemos hablado. Pueden ser personas, cosas, recuerdos, momentos, circunstancias. Cuando uno conoce cuáles son sus factores de estrés, vas a ver como se transforma tu personalidad ante el estrés.
Por ejemplo, el sensible cuando está bajo un factor de estrés se convierte en una persona muy vulnerable. Ahora estoy bien, ahora estoy mal, ahora estoy bien, ahora yo estoy angustiado, ahora vuelvo a estar bien. El tímido cuando está bajo factores de estrés se bloquea. El impulsivo es más agresivo. El que le da vueltas a las cosas es más obsesivo y entre en pensamientos en bucle. El perfeccionista cuando estás estresado tiene una sensación de insatisfacción vital porque nadie está a la altura de lo que quiere. Cuando uno se comprende se siente aliviado. Entonces cuando hay preguntas que pueden nos puede ayudar, hacer este esquema. A todos mis pacientes les hago este esquema. ¿Cómo eres tú? ¿Cuáles son tus factores de estrés y en que se transforma esto? Cuando entiendes tu cuerpo, cuando entiendes tu personalidad es mucho más fácil hacer frente.
Lo segundo es vivir una vida lo más antiinflamatoria posible. Es decir, la gente va inflamada por la calle, yo siempre digo que si tuviéramos un detector de inflamación, el detector se rompería porque la gente más que nunca, con tanta incertidumbre, con tanto estrés, que hay un estado inflamación latente en la sociedad. Yo siempre digo, y lo digo aquí también con cariño, sabiendo que nos va a escuchar mucha gente, que hay que tener cuidado con la comida pero tampoco obsesionarse. Pero comer con conocimiento de lo que uno le sienta bien y mal. Conocer las cosas. Es verdad que hoy en día se ha demostrado que mucha alimentación inflama y altera el organismo y por lo tanto intentar comer lo mejor posible. Que la que la comida mala sea la excepción y no la regla.
Segundo, el hábito del sueño. Hoy en día es clave. Cuando uno duerme mal la probabilidad de que todo se desbarajuste es altísima. Porque durante el sueño reparamos nuestra mente, reparamos nuestro organismo, reparamos nuestro sistema inmunológico, nuestro hipocampo, zona de archivo de los recuerdos se soluciona. Es como que todo se va poniendo en orden. Y cuando uno no duerme y hoy en día dormimos muy mal, por la pantalla, por las preocupaciones, etcétera, esto nos altera. Un par de ideas para dormir bien, lo primero, evitar las cenas copiosas, con el alcohol esto siempre va a ser que durmamos peor. Lo segundo cuidado con la pantalla, la luz de la pantalla transmite un tipo de luz que inhibe la correcta secreción de la melatonina, que es básica para dormir bien. Por lo tanto cuidar ese sueño. El sueño va a ser un tema básico.
Y luego, otra cosa que yo creo que pueda ayudar es tener vías de escape sanas para esos momentos de estrés. El ejercicio, básico. Con el ejercicio desmembramos ese cortisol, casi que lo evaporamos del organismo. Cuidado con el ejercicio excesivo que ahí te pones en modo alerta, pero yo hablo del ejercicio normal y saludable que todos conocemos. También recomiendo la educación de esa voz interior, es decir, cuidado porque sabemos ya que esa voz interior va a tener un impacto en mi vida. Que mi voz interior sirva para apoyarme y no para hundirme. Hacer un diagnóstico de cómo me trato yo.
Lo tercero es, las personas con las que me rodeo. Cuidado que a veces parte del problema es que vivo rodeado de personas que me meten en modo alerta.
Cuarto, el ser humano no está diseñado para vivir en el sistema nervioso simpático constantemente. Un poquito me puede ayudar a de repente ser profundamente eficiente, profundamente efectivo, para llegar a las cosas de la mejor manera posible, pero si lo mantengo en el tiempo corro el riesgo de enfermarme. Por eso lo importante es salir de vez en cuando de ese modo alerta, de ese sistema nervioso simpático al para simpático, al de la meditación, al de la relajación, al de la respiración, la conexión con uno mismo, conexión con los demás, conexión con lo grande, con la trascendencia. Cuando soy capaz de desconectar del modo alerta para conectar con el modo relajación, o con el modo parasimpático, recupero mi organismo, recuperó mi mente, recupero mis habilidades, incluso recuperó mi sistema inmunológico, para volver a hacer frente a los desafíos que me van surgiendo en el día a día.
Fuente: BVA Aprendamos juntos