
Nuestros cuerpos están hechos de aproximadamente 60-100 trillones de células. Cada célula contiene un núcleo, dentro del cual existen nuestros cromosomas. Los humanos tienen 23 pares de cromosomas y los cromosomas contienen la información genética para ser heredada llamada ADN.
Justo en los extremos de los cromosomas hay pequeños filamentos de ADN llamados telómeros, relojes biológicos enterrados en nuestro mapa genético, que la ciencia antes pensaba que tenían una existencia finita.
Cada vez que una célula humana se divide, hace una copia de su ADN. El problema con la división celular es que la replicación del ADN no es perfecta pues se saltea el final de cada cromosoma. Los telómeros al final de estos cromosomas no cumplen ningún propósito, funcionan como repeticiones de ADN que podemos permitirnos perder. Sin embargo, esto se convierte en un problema puesto que a medida que las células continúan diviéndose, nuestros telómeros se acortan y acortan. Eventualmente son totalmente removidos llegando al punto de perder por completo su habilidad para dividirse. Mientras que la ciencia no se encuentra ciento por ciento segura de cómo la reducción de los telómeros afecta el envejecimiento, es claro que constituye una parte natural del proceso de envejecimiento. Las buenas noticias son que adoptando ciertos hábitos saludables como el ejercicio, reducir el estrés, comer alimentos altos en antioxidantes, practicar yoga y meditación, los telómeros pueden ser alargados. Deviene así la pregunta, cuando tomamos las decisiones correctas para crear más equilibrio y una mejor homeostasis, ¿podemos revertir nuestro reloj biológico y alterar nuestro destino genético?
Este proceso de alargamiento y acortamiento de telómeros, como cualquier otra cosa en esta realidad de espacio-tiempo en la que vivimos, lleva tiempo. Por ejemplo, lleva tiempo sanar, lleva tiempo generar dinero, lleva tiempo encontrar una relación, y lleva tiempo cambiar. Esto es porque estamos jugando bajo las reglas de la Física Newtoniana. Pero lo que estamos encontrando en nuestro trabajo es que las curaciones y demás manifestaciones están sucediendo en tiempos más cortos de tiempo. Si algo que debería tomar cierto tiempo está ocurriendo más rápido –o inclusive instantáneamente- esto significa que el tiempo está colapsando. Si este es el caso, en algún nivel estamos abordando un fenómeno cuántico.
Recientemente estaba teniendo una conversación con un investigador genético que nos está ayudando a medir los telómeros en nuestro Taller Avanzado en Palm Springs durante septiembre. Estábamos discutiendo cómo los telómeros, al igual que las uñas o el cabello, llevan tiempo crecer, por lo tanto, ser testigo de un cambio significativo en el alargamiento de los telómeros generalmente lleva entre 60 y 90 días. Él tenía la visión de que esta era la única manera en la que podía acontecer. Le ofrecí una perspectiva alternativa y le dije, “Eso es cierto si estamos observándolo desde la ventana de la física Newtoniana –químicos transformando químicos o material transformando materia-. Este proceso sucede en la realidad de nuestra tercera dimensión –en espacio-tiempo- porque todo lleva tiempo en este plano. Pero qué tal si se tratase de un fenómeno cuántico y estuviera entonces sucediendo desde un espacio energético –desde un lugar más allá del espacio y el tiempo?” En otras palabras, si sucede en un no-tiempo, entonces el proceso no es Newtoniano; sino cuántico.
Le conté acerca de varias de las diferentes personas que han asistido a nuestros talleres, y quienes han experimentado curaciones espontáneas durante el taller; es decir que una vez que hubieron regresado a sus sentidos –luego de la meditación-, cuando abrieron sus ojos, repentinamente su eczema había desaparecido, habían recuperado su audición, sus heridas y lesiones habían sanado, o el dolor de espalda ya no estaba presente. Le comenté que eso tenía que ser un fenómeno cuántico e hice la hipótesis de que si esos estudiantes estuvieran conectándose con la totalidad y unificando la energía del campo unificado, entonces nosotros deberíamos ser capaces de observar ciertos cambios en la longitud de los telómeros. Si este proceso estuviera ocurriendo instantáneamente, digamos dentro de una semana, nuestros estudiantes no estarían a la merced de un proceso lineal en el tiempo. Este sería un proceso cuántico, lo que es una forma de explicar la remisión espontánea.
En febrero de este año, cuando medimos 7500 regulaciones de genes en nuestro Taller Avanzado en Tampa, Florida, el equipo científico con el que nos asociamos tenía la misma opinión. Pensaban que la habilidad de regular nuevos genes llevaría meses de observación. Sin embargo, en cuatro días, 30 estudiantes vivenciaron una regulación por incremento de 8 genes que están íntimamente relacionados con la salud y la sanación. Qué asombroso el momento de descubrir cuán poderosos los seres humanos somos realmente.
Estamos ahora estudiando los telómeros en nuestros talleres y continuaremos haciéndolo a lo largo del próximo año. Si descubrimos que los telómeros realmente están alárgandose en el período de varios días, entonces esa será una prueba más de que las personas están conectándose a la energía del campo unificado. En otras palabras, significaría que la intervención que está causando el cambio en los telómeros no está proviniendo de la materia, ya que eso requeriría tiempo –entonces si no es materia, es energía. Y dado que la energía es lo que gobierna la materia, tiene sentido que nuestros cuerpos respondan a una nueva mente.
Cuando cambias tu energía, cambias tu vida.
Fuente: JoeDispenza.com

El Dr. Joe Dispenza es licenciado en ciencias y doctor en quiropráctica. Su formación de postgrado incluye los campos de la neurociencia y la neuroplasticidad, las mediciones del electroencefalograma cuantitativo (QEEG), la epigenética, la medicina mente-cuerpo y la coherencia cerebro-corazón. Como investigador, conferencista, autor y consultor empresarial, su interés radica en desmitificar lo místico para que las personas tengan todas las herramientas a su alcance para realizar cambios medibles en sus vidas.